Los genios basta con que se planteen algo inconseguible en medio de un entorno aburrido para venderse a sí mismos una pomada.
Andrés esa mañana trabajó lavando baldosas, taladrando, mientras acarreaba champús y toallas se le tornaron los ojos varias veces en la medida en que sostenía el plan de una composición audiovisual. Esa noche soñó con el día que había tenido: el sonido del agua impactando las baldosas, los repiqueteos de las piedras y los golpes de la máquina, las imágenes de visión de insecto de su cotidiano con las que se quedan los genios atrapados por una idea.
A la mañana siguiente re-interpretó su día con los medios para registrarlo: orquestó el lavado de baldosas y la construcción del baño y tomó fotografías.
El videoclip terminó llamándose Mérdê Onìrique, que de acuerdo al autor original era la composición de un finlandés o un holandés en que describía al Dios del Aburrimiento, quien repetía desde todos los protagonismos creativos posibles respecto de una obra las mismas disposiciones estéticas para condenar a un alienígeno atrapado en la Tierra, condenado a repetir al Dios del Aburrimiento hacia las terminaciones nerviosas del infinito.
Terminada la construcción, hubo de utilizarse, y fue así como el genio dio término a la pomada y a la genialidad.
Terminada la construcción, hubo de utilizarse, y fue así como el genio dio término a la pomada y a la genialidad.
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